Dicen que la cocina, desde un punto de vista psicológico, es una actividad con un profundo impacto en el bienestar mental. Más allá de la simple preparación de alimentos, el proceso culinario funciona como una forma de terapia, fomentando la atención plena y la autoexpresión. Un estudio publicado en la revista científica Frontiers in Psychology encontró que durante el confinamiento por la pandemia, la cocina se transformó de una necesidad a una actividad recreativa, ayudando a las personas a mejorar su bienestar psicológico y a descubrir su potencial.

Este efecto terapéutico se debe a que la cocina es una actividad multisensorial. Los estudios señalan que el acto de cortar, mezclar y amasar reduce el estrés y la ansiedad al desviar la atención de pensamientos negativos, funcionando como una forma de meditación activa. La naturaleza estructurada de seguir una receta proporciona un sentido de orden y control que puede ser particularmente calmante en momentos de incertidumbre. Y esa receta lleva la estructura de cada uno de nosotros: Para unos son gramos, para otros cucharaditas y para otros pizquitas... ¡pero funciona! 

En esencia, el significado psicológico de cocinar reside en su capacidad para actuar como una herramienta de autocuidado. No se trata de la perfección del resultado, sino de la dedicación al proceso. Al crear algo tangible con nuestras propias manos, se fortalece la autoestima y se experimenta una sensación de logro. Cocinar se convierte en un acto de amor propio, amor por otros y un espacio para la creatividad y el crecimiento personal.

Asi que ¡ajá! no importa que nuestros platos no sean perfectos, son nuestros platos, son nuestras recetas y vale la pena sentirnos como todo un chef. Para eso, un buen delantal si que ayuda porque nos ratifica en nuestro rol de cocineros y nos hace sentir candidatos a ganarnos tres estrellas michelin!